El Descemer Bueno que yo conozco

Por: Israel Rojas Fiel (especial para La Joven Cuba)

(Tomado de La Joven Cuba)

No sé su caudal hereditario, ni su cuantía monetaria. Mas he visto el torrente infinito de intuición, belleza y melodía que sale de su alma. Y me he quedado como Heredia frente al Niágara, anonadado de gusto, con la única alternativa de responder con canciones, mientras orgulloso y agradecido contemplo al cubano capaz, que me compulsa a la excelencia y no a la pequeñez.

¿Será acaso dolorosamente cierto esa reflexión de Osvaldo Doimeadiós, al que le escuché decir en forma de broma, que la envidia es el sentimiento nacional? ¿Estaremos ya los cubanos en ese punto inerte en que no sabemos qué hacer con lo extraordinario? Las sobredimensiones en cualquier sentido siempre son corrosivas. Pero me consta que Descemer ha sido víctima indirecta de ambos extremos. Y sin saberlo, le granjea enemigos confesos y ocultos.

Circula por estos días vía correo electrónico un documento que llama a Descemer como diciembre en Inglés, pone en entredicho su bondad a contrapelo de su apellido y entre sorna personal, chapuza literaria y anónima cobardía hace las delicias del “chisme nuestro de cada día”.

Menos mal que Benny Moré no nació en esta época, ni Rita Montaner, ambos horcones de nuestra cultura que gastaban una vida fuera de escenario bastante controvertida. La muerte se llevó sus humanos cuerpos al putrefacto mundo donde yacerán también sus defectos. La sabia vida los deja eternizados en la memoria colectiva al habernos legado la utilidad de sus virtudes como luces.

El Descemer Bueno que yo conozco se va a Moa a cantar, cuando allá no va casi nadie por lejos, por estéril, por caro. Y es cierto que se pone osco cuando los maleducados no dejan que el público respetuoso y atento disfrute del concierto. Es justo con sus compañeros pagando como merecen sus esfuerzos y en este Olimpo de los egos en que se está convirtiendo la escena musical cubana, Descemer es de los que vive uniendo a músicos de diferentes generaciones con sus producciones; desde un casi olvidado Fernando Álvarez hasta los populares Gente de Zona, sin importar la opinión de ortodoxos ni sectarios. Es el hijo que regresa porque entiende que las remesas alivian pero no curan y que definitivamente el Alzheimer no es más fuerte que el beso diario. Es el babalao más coherente con el humanismo de su religión que conozco. Pero no es un santo ¿Quién lo es?

Ante estas miserias cotidianas alzo mi copa por Descemer. Ya tiene buenos motivos para hacer nuevas y bellas canciones. Si ya lo decía el más calumniado poeta cubano José Martí: Aquí está el pecho (…) que ya sé que lo herirás, más grande debiera ser para que lo hirieses más, porque noto, alma torcida, que en mi pecho milagroso mientras más onda la herida es mi canto más hermoso”.

Israel Rojas Fiel

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