Cuando una persona muere a quienes la amaron los envuelve una sensación agobiante, gris, una tristeza nacida de la impotencia, la nostalgia y la incertidumbre. El marzo del año pasado se hizo profundamente doloroso para venezolanos, latinoamericanos, y gente progresista de todo el mundo. La noticia del deceso de Chávez conmovió a miles de seres humanos, tal vez porque contaba él con la estirpe de los inmortales.
Chávez desconocía los “empaquetamientos” de los mandatarios, los ceremoniales oficiales quedaban pequeños a su carisma de hombre llanero, sabedor de la importancia de un buen café, la veneración a los mayores, la fidelidad entre amigos. Era un presidente parecido a su pueblo, nada lo detenía a la hora de cantar los ritmos populares de su patria, mojarse en un aguacero, montar en una pequeña bicicleta o comer el dulce salido de la boca de un niño.
Su sonrisa, siempre presente aún en los momentos más terribles de la enfermedad, trasmitía una confianza total. Por eso salió victorioso en tantas elecciones, porque su política era la de los humildes, la de las transparencias; porque rechazaba las hipocresías diplomáticas y le cantaba las “cuarenta” a los representantes estadounidenses en cualquier escenario.
Ante su desaparición física quedó la sensación de la incredulidad, ¿cómo es posible que el cáncer se llevase a alguien tal vital, pletórico de ideas, alguien tan necesario para los destinos de América? A un año del terrible anuncio la certeza de su partida nos sigue horadando el pecho.
Ya Chávez no está, una América hoy convulsa precisa más que nunca de su legado, de poner en práctica su idea de la integración concebida y sentida como una amistad entre pueblos unidos por lazos históricos y culturales. Sin embargo, Chávez debe ser visto no como un símbolo, sino como un hombre de carne y hueso, ese que con su vida, con sus defectos y virtudes, demostró que el orden que nos han impuesto puede ser subvertido.
Los símbolos corren el riesgo de ser tergiversados, olvidados, convertidos en paradigmas inalcanzables, llevados en un pulóver o una gorra como signo de inconformidad con una realidad que no se pretende transformar.
Chávez no puede quedar inactivo, en el panteón de los héroes latinoamericanos, inmortalizado en una lección de historia, debe hacerse práctica y fe, responsabilidad con el tiempo presente y amor raigal a la tierra natal. Hugo, hombre de esperanza y voluntad, nos legó la convicción de que la sangre mestiza nos debe enorgullecer y de que podemos edificar un presente mejor, desde la veneración a la vida y al prójimo. Derrotemos a la muerte, hagamos a Chávez nuestro.
un gran lider .
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Zapatos de mil quinientos dolares. camisas de mil dolares, etc etc etc
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Mira Yeli, tu idolo lo que se gastaba en prendas.
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Comenta Yeli:
Era un presidente parecido a su pueblo, nada lo detenía a la hora de cantar los ritmos populares de su patria, mojarse en un aguacero, montar en una pequeña bicicleta o comer el dulce salido de la boca de un niño.
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Ja Ja. Pero entre los trajes, las corbatas, los zapatos de marca que se gastaba, los autos que
rodaba, los relojes, etc etc no era segundo de ningun millonario.
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Comenta Yeli, en homenaje a Chavez:
Cuando una persona muere a quienes la amaron los envuelve una sensación agobiante, gris, una tristeza nacida de la impotencia, la nostalgia y la incertidumbre
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Yeli, Pero como decia nuestra incomparable Celia, la guarachera del mundo, «cuando
la gente se muere, se dice que era tan bueeeena» !Azucar! En Cubadebate le han dedicado
dos decenas de comentarios a Chavez. Lo estan endiosando.
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De una famosa y muy balanceada biografia que me lei de Chavez,
lo que mas me sorprendio fue que de militar se paso larguisimo tiempo,
no recuerdo, pero fueron entre diez annos o quince annos,
pensando en dar un
golpe de Estado, cuando Venezuela no lo necesitaba. Je Je Je.
!Eso si es un lider paciente y previsor!
La gente, basicamente, estaba contenta, excepto unos pocos
y el propio Chavez
que se quejaba amargamente
en su diario: “No estan presente las condiciones
historicas que sennalaba Lenin para la toma del poder revolucionario
por parte de la clase obrera”.
Pasaban los annos, y Chavez seguia amargandose la vida:
“No hay condiciones objetivas. Marx nunca hubiera recomendado la
toma del cielo por asalto”…
Hasta que vino C A Perez y le abrio las puertas.
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Esto me recuerda la escena de la novela Yo Claudio cuando el
aguila- ave que simbolizaba el imperio romano-
herida, cae del cielo y el ninnito Claudio que jugaba en el
patio junto a otros ninnos. la atrapa
moribunda entre sus manos.
Los agoreros lo interpretaron como una sennal de que el
pequennito estaba destinado a tomar el trono, como efectivamente
ocurre a la muerte de Caligula.
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Hablando de simbolos.
—
Je Je. Raul tiene un Nuevo y moderno look. Se me da
un aire a Kevin Costner.
Ahi viene caminando en la ceremonia, muy emotivo, pero !Oh!
?Que es esto? Se desploma la bandera.
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