Cuando la televisión me deprime: la familia de mi novia

Luego de un día de trabajo, exhausta, decidí mirar la televisión. En un horario en que predominan los espacios infantiles, dejé la señal en un programa popular entre determinado sector de la población: De tarde en casa.
A los pocos minutos la locutora anunció la presentación de un grupo, gustado por los y las adolescentes:SMS
No prefiero ese tipo de música pero el aspecto extravagante de los jóvenes me llamó la atención; sin embargo, fue la letra de la canción la que primero me intrigó, luego me molestó y terminó por horrorizarme.
El estribillo rezaba algo así: la familia de mi novia, humilde poco poderosa, aparentan otra cosa, con su pinta deshonrosa, eso no lo aguanto más.
En el resto del texto se hacía referencia a los familiares de la muchacha, habitantes todos de un pequeño apartamento de Alamar al que le gotea el techo y quienes cuelan borra de café en la mañana.

Todos son ridículos: unos porque van a las reuniones del comité, otros porque trabajan en los mosquitos o son retirados de la FAR y venden libritos de colorear. Al final, no importa, porque él la quiere a pesar de todo.
Quedé pasmada, ¿desde cuándo ser humilde y poco poderoso es demérito en mi país? ¿Será que a las muchachas cubanas que no son VIP los poderosos empezarán a quererlas de favor?
Traté de consolarme, más allá de cuestionar qué valores tienen esos “artistas”; a lo mejor nadie conocía la canción y en un programa en vivo pasan esas cosas. No obstante, pasado el tiempo sigue colocándose el tema en los medios de difusión masiva y hasta tiene un video.
¿Nadie se detiene a escucharla? ¿No hay quien se preocupe porque nuestros adolescentes vean como ídolos a quienes cantan tales antivalores hechos música, y que las adolescentes suspiren por ellos?
Me deprime la televisión cuando percibo que la política del país va por un lado y ella por otro. Siguen predominando los productos de pésima factura, las copias malogradas de programas extranjeros (véase Revelación TV con su team y su couch incluidos), los videos clips con contenido sexista, la música banal.
El panorama es desalentador, la TV cubana pierde cada vez más audiencia ante la entrada de los cargues, repletos de audiovisuales chatarra. Sin embargo, hacemos muy poco por contrarrestarlos; aunque en los congresos se insiste en que hay que preservar y potenciar los mejores valores de la cultura cubana los verdaderos artistas llegan a las listas de éxito y a los programas de mayor audiencia en pocas ocasiones.
Mientras en el noticiero se alude al llamado de nuestros dirigentes a trabajar en pos de una sociedad superior, el 90 % de las canciones que se televisan o radian llaman a “gozar hoy que la vida es fiesta y playa, playa, piscina, piscina” y claro, “por la noche discoteca”.
En una entrevista del año 1975 Silvio Rodríguez afirmaba: “Ya no es cantarle a un pueblo semidormido y analfabeto. Somos un pueblo despierto, aguerrido, rico en experiencias y enseñanzas. Ese pueblo nos exige un arte cada vez más profundo y depurado. Decir que determinadas expresiones “no llegan al pueblo” empieza a ser un acto de paternalismo, cuando no de comodidad e incapacidad para cumplir un nuevo rol histórico de las artes”.
La televisión tiene que revolucionarse, ayudar a cumplir el rol histórico de las artes hoy, ¿cómo sino hacer frente a la subversión ideológica?
No quiero para los hijos que tendré una Patria donde la cultura tenga de todo menos de cubana, donde el egoísmo y la mediocridad llenen las pantallas, donde alguien no sienta vergüenza y sea famoso atreviéndose a burlarse de una familia porque es humilde y poco poderosa.