La noche, la parada y esta ciudad

No hay nada más triste que una parada, de noche, en mi barrio de periferia. Pocas luces, muy amarillas las únicas que se atreven a romper la oscuridad y un silencio total solo atravesado muy de vez en cuando por el motor de los carros que a toda velocidad buscan el centro de la ciudad, ajenos a la angustia de quienes ansían también llegar a la Matanzas nocturna, donde el arte o la vida los esperan.

Por eso, aquella noche, cuando el taxi salió de la nada para parquearse ante mi esposo y yo e invitarnos a llegar hasta el mismísimo centro de la dormida urbe, por solo cinco pesos en moneda nacional, quedamos estupefactos.

Salvo las recién aparecidas y no tan constantes confrontas,  cuando la noche cae en Pastorita –mi barrio amado– ningún medio de transporte se detiene allí.

Raudos abordamos el taxi sui géneris, que no era un almendrón, sino uno de los de divisas, para aumento de nuestro asombro. Antes que nosotros, a unos escasos cincuenta metros, se había subido una muchacha pequeña, vivaz y estilizada; ella insistió en que un anciano que esperaba, sin muchas esperanzas, la guagua salvadora, también montara.

Pocos minutos bastaron para que lo percibiésemos todo, ella había pagado su pasaje y el del viejito, al que no conocía para nada.

En tono desenfadado la joven conversaba con el chofe, no hizo fala mucho para entender que Varadero era su lugar de desenvolvimiento y salir con extranjeros su modo de vida. Aunque trató de esconderlo con giros eufemísticos, estaba claro: se prostituía. Y con esa ganancia había sacado al abuelo de la espera, casi agónica, en una parada solitaria. Él solo atinó a agradecer tímidamente.

Cuando ella bajó del carro mi esposo me miró emocionado y apretó mi mano; yo no supe qué decirle salvo que nada en la vida es blanco o negro.

No quiero nunca dejar de percibir los matices.

2 respuestas a «La noche, la parada y esta ciudad»

  1. No siempre tengo tiempo para comentar tus trabajos, si te aseguro que busco tiempo para leerlos. Entre los blog del caimán querido el tuyo es uno de mis preferido precisamente porque siento que nunca deja de percibir los matices y eso constituye una verdadera y muy grande virtud. Y porque tus comentarios y análisis los realiza desde la posición que engrandece: la del cubano comprometido con la patria, las ideas martianas y las convicciones revolucionarias.
    Has visto los matices que algunos ignoran y otros critican pero que existen, habría que preguntarse porque existe algo que la revolución eliminó en una etapa y ha resurgido.

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    1. Luis, soy de la opinión de que el error más grande radica en cerrar los ojos ante los problemas. Parto de la consideración de que Cuba es imperfecta, así como su proyecto social; lo que nos corresponde es trabajar por mejorarlo, desde el compromiso. La prostitución aquí no presenta los números escandalosos de otros países, tampoco constituye un flagelo social aceptado, pero existe y no se puede virar la cara ante él sino trabajar porque desaparezca, no con coacción sino con convencimiento y brindando otras oportunidades a esa mujeres. En fin , el fenómeno es complejo y creo que, si no está hecha ya, sería factible una investigación sociológica al respecto. Saludos.

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